Pescadores de agua dulce.
El otro día fui a pescar. Pero no a pescar atunes ni bacalaos (bacalados en castellano bien hablado), ni otras vulgaridades. Vulgar porque todo el mundo lo ha hecho alguna vez, no porque el pez en si sea vulgar, que peces vulgares haberlos hailos cómo también hay peces eruditos con los cuales es un placer hablar y filosofar durante horas y horas. Aunque normalmente la conversación siempre es la misma, a no ser que hables muy rápido, porque a los 3 segundos siempre te responden: ¿De qué hablábamos?
Pues sí. Fui a pescar sardinas pero con un nuevo método que se está poniendo de moda. Con la boca.
Ya sé que en estos momentos, mis seguidores más fieles, los pescadores puristas más recalcitrantes y los fontaneros se estarán llevando las manos a la cabeza (seguro que alguno hasta se estira de los pelos como una beatle's fan cualquiera). Lo sé. Lo sé y soy consciente de que pescar con la boca es un síntoma claro y profundo de caer en lo que se llama ser un “fashion victim”. Pero es que la verdad, ¿alguien ha notado esa sensación alguna vez cuando esa sardinita (con la cual hacía un día hablabas sobre Kierkegaard y cómo se habría masturbado en Freud) está viva y coleando en la boca, sus escamas clavándose suavemente en tu paladar (eso al principio, que eres novatillo), mordiéndote (cómo último recurso) la campanilla (eps, que si te muerden bien, una lágrima es fácil que saques, ¿eh?), para al final, salir del agua y escupir la sardina en el cubo?. Es en ese momento que, si te ha mordido bien en la campanilla y aún sigue aferrada a ella, te puedes hacer daño. Tu allí, medio agachado, la boca abierta y la sardina colgando en la boca, cogida a tu campanilla, aleteando y coleteando cómo una condenada, y claro, si tu compañero (para pescar con la boca es recomendable ir acompañado, por el peligro y la dificultad que conlleva este deporte de riesgo) no está atento, puedes pasar realmente mal. Si tu compañero también es novato, también lo pasarás mal, porque estirará de la sardina, con el daño consecuente en la aldaba menor del castillo. No, el secreto es aguantar suavemente la cola de la sardina con una mano (a escoger), mientras que el dedo índice de la otra mano se pasa dulcemente por el lomo del pez y el pulgar por su tierna barriguita. Eso induce al vertebrado acuático a relajarse y tranquilizarse (además de que así pasa el tiempo y se ahoga al no estar en el agua) y así, finalmente, abre la boca (según algunos científicos lo hace al bostezar, de lo relajado que está, y según otras eminencias, lo hace porque se ahoga e intenta respirar, animalico).
Total, que he empezado a describir este nuevo deporte de riesgo (futuro deporte olímpico) por los pies. Vamos a explicar en qué consiste, que se necesita y cómo disfrutar hasta el último aliento con esta actividad acuática:
Primero, necesitas un bañador y si puede ser, olvidarse de estampados hawaianos. No porque asustes a los peces, sino porque son una horterada de padre y muy señor mío. También necesitas un gorrito de lana. Para cuando vayas a pescar en invierno no pases frío antes y después. La toalla, más de lo mismo. Aunque la toalla no es para la cabeza, es para secarse el cuerpo (y la cabeza). Un cubo para depositar la caza pescada es recomendable. No es plan de ir tirando las sardinas por ahí, que luego se pudren y huelen mal. ¿Y entonces quién es el guapo que se bebe una cervecita fresquita, eh? Dependiendo de las dimensiones del cubo la gente podrá saber si eres un novato o todo un profesional del octavo arte. Si el cubo es pequeño, eres modesto, y novatillo. Si te llevas una nevera de camping, puedes poner ahí el hielo (¡i las cervezas!), te bebes las cervezas, tiras el hielo y ale, a poner sardinitas. Se mide si eres bueno por cómo vuelve el recipiente, en porcentajes. Es decir, si vuelves con el recipiente vacío, para que engañarnos, eres malo. Si está lleno pero son sardinas en escabeche, no sólo eres malo y tramposo, sino que eres idiota. Una opción recomendable si te gusta aparentar (ser bueno) es esperar cerca de algún otro pescador bucal y cuando se sumerja en el agua, robarle las sardinas. El punto de robarle mientras está en el agua es altamente importante. No para que nos crean más o menos profesionales, si no para cuidar nuestro cutis facial de inclemencias traumáticas. Otro elemento indispensable es una rejilla.Con esto y una barquita (las sardinas no se pescan en la playa) ya tenemos el material mínimo para ir de pesca mayor. Siempre se pueden llevar extras cómo un par de rubias exuberantes, tíos cachas o un hamster (con precinto, claro) para distraerse de vez en cuando. Todo dependiendo de los gustos. También se puede llevar una foto de Torrebruno para jugar a los dardos.
Una vez localicemos a las sardinas, lo que se tiene que hacer es:
- Quitarse de encima la rubia, el tío cachas o el hamster.
- Ponerse el bañador.
- Sacarse el gorrito de lana (si en invierno, si es verano, recomendamos no ponerselo).
- Ponerse la rejilla en la boca. (dentro)
- Saltar al agua.
- Sumergirse.
- Abrir la boca. (Si la rejilla tiene el tamaño adecuado, filtrará la sal del mar, con lo que no nos picará la garganta ni nos ahogaremos, ya que de todos es sabido que el problema del agua del mar es la sal, que provoca sed y hace que bebamos en exceso. A la vez, la rejilla hace que las sardinas no puedan morder la campanilla, y también evitamos el riesgo de tragarnoslas.)
- Cuando tengamos la boca llena de sardinas, subir a la barca y depositarlas en el cubo.
Y con estas recomendaciones básicas, cualquiera puede pasar un día ameno y divertido, practicando pesca de altura (cuidado con los que tengan vértigo). La última recomendación es que se practique en sábado, así el domingo se puede disfrutar de una sardinada.
Eso sí, el último paso es muy importante: volver a puerto.
P.S. No et posis el dit al cul quan seguis en una cadira. Et pots torçar el dit. I fa mal.
Pues sí. Fui a pescar sardinas pero con un nuevo método que se está poniendo de moda. Con la boca.
Ya sé que en estos momentos, mis seguidores más fieles, los pescadores puristas más recalcitrantes y los fontaneros se estarán llevando las manos a la cabeza (seguro que alguno hasta se estira de los pelos como una beatle's fan cualquiera). Lo sé. Lo sé y soy consciente de que pescar con la boca es un síntoma claro y profundo de caer en lo que se llama ser un “fashion victim”. Pero es que la verdad, ¿alguien ha notado esa sensación alguna vez cuando esa sardinita (con la cual hacía un día hablabas sobre Kierkegaard y cómo se habría masturbado en Freud) está viva y coleando en la boca, sus escamas clavándose suavemente en tu paladar (eso al principio, que eres novatillo), mordiéndote (cómo último recurso) la campanilla (eps, que si te muerden bien, una lágrima es fácil que saques, ¿eh?), para al final, salir del agua y escupir la sardina en el cubo?. Es en ese momento que, si te ha mordido bien en la campanilla y aún sigue aferrada a ella, te puedes hacer daño. Tu allí, medio agachado, la boca abierta y la sardina colgando en la boca, cogida a tu campanilla, aleteando y coleteando cómo una condenada, y claro, si tu compañero (para pescar con la boca es recomendable ir acompañado, por el peligro y la dificultad que conlleva este deporte de riesgo) no está atento, puedes pasar realmente mal. Si tu compañero también es novato, también lo pasarás mal, porque estirará de la sardina, con el daño consecuente en la aldaba menor del castillo. No, el secreto es aguantar suavemente la cola de la sardina con una mano (a escoger), mientras que el dedo índice de la otra mano se pasa dulcemente por el lomo del pez y el pulgar por su tierna barriguita. Eso induce al vertebrado acuático a relajarse y tranquilizarse (además de que así pasa el tiempo y se ahoga al no estar en el agua) y así, finalmente, abre la boca (según algunos científicos lo hace al bostezar, de lo relajado que está, y según otras eminencias, lo hace porque se ahoga e intenta respirar, animalico).
Total, que he empezado a describir este nuevo deporte de riesgo (futuro deporte olímpico) por los pies. Vamos a explicar en qué consiste, que se necesita y cómo disfrutar hasta el último aliento con esta actividad acuática:
Primero, necesitas un bañador y si puede ser, olvidarse de estampados hawaianos. No porque asustes a los peces, sino porque son una horterada de padre y muy señor mío. También necesitas un gorrito de lana. Para cuando vayas a pescar en invierno no pases frío antes y después. La toalla, más de lo mismo. Aunque la toalla no es para la cabeza, es para secarse el cuerpo (y la cabeza). Un cubo para depositar la caza pescada es recomendable. No es plan de ir tirando las sardinas por ahí, que luego se pudren y huelen mal. ¿Y entonces quién es el guapo que se bebe una cervecita fresquita, eh? Dependiendo de las dimensiones del cubo la gente podrá saber si eres un novato o todo un profesional del octavo arte. Si el cubo es pequeño, eres modesto, y novatillo. Si te llevas una nevera de camping, puedes poner ahí el hielo (¡i las cervezas!), te bebes las cervezas, tiras el hielo y ale, a poner sardinitas. Se mide si eres bueno por cómo vuelve el recipiente, en porcentajes. Es decir, si vuelves con el recipiente vacío, para que engañarnos, eres malo. Si está lleno pero son sardinas en escabeche, no sólo eres malo y tramposo, sino que eres idiota. Una opción recomendable si te gusta aparentar (ser bueno) es esperar cerca de algún otro pescador bucal y cuando se sumerja en el agua, robarle las sardinas. El punto de robarle mientras está en el agua es altamente importante. No para que nos crean más o menos profesionales, si no para cuidar nuestro cutis facial de inclemencias traumáticas. Otro elemento indispensable es una rejilla.Con esto y una barquita (las sardinas no se pescan en la playa) ya tenemos el material mínimo para ir de pesca mayor. Siempre se pueden llevar extras cómo un par de rubias exuberantes, tíos cachas o un hamster (con precinto, claro) para distraerse de vez en cuando. Todo dependiendo de los gustos. También se puede llevar una foto de Torrebruno para jugar a los dardos.
Una vez localicemos a las sardinas, lo que se tiene que hacer es:
- Quitarse de encima la rubia, el tío cachas o el hamster.
- Ponerse el bañador.
- Sacarse el gorrito de lana (si en invierno, si es verano, recomendamos no ponerselo).
- Ponerse la rejilla en la boca. (dentro)
- Saltar al agua.
- Sumergirse.
- Abrir la boca. (Si la rejilla tiene el tamaño adecuado, filtrará la sal del mar, con lo que no nos picará la garganta ni nos ahogaremos, ya que de todos es sabido que el problema del agua del mar es la sal, que provoca sed y hace que bebamos en exceso. A la vez, la rejilla hace que las sardinas no puedan morder la campanilla, y también evitamos el riesgo de tragarnoslas.)
- Cuando tengamos la boca llena de sardinas, subir a la barca y depositarlas en el cubo.
Y con estas recomendaciones básicas, cualquiera puede pasar un día ameno y divertido, practicando pesca de altura (cuidado con los que tengan vértigo). La última recomendación es que se practique en sábado, así el domingo se puede disfrutar de una sardinada.
Eso sí, el último paso es muy importante: volver a puerto.
P.S. No et posis el dit al cul quan seguis en una cadira. Et pots torçar el dit. I fa mal.