20 de juny 2007

La Carpeta

Dicen que si las mujeres son de Venus, los hombres son de Marte. Es una teoría curiosa para remarcar las diferencias existenciales, de comportamiento y de ser entre los dos grandes especímenes que se están cargando este planeta. Para quien crea en el alineamiento de los planetas puede ser una teoría válida. Yo sinceramente, me baso más en mis experiencias. Que si bien no todas son malas (mis experiencias), poco le faltan.

Para los que no creen en astros influenciadores, ni en orígenes espaciales, hay muchas más teorías.

Muchos (y algunas) piensan sencillamente que "todas son unas putas". A lo mejor es cierto.
Muchas (y algunos) piensan directamente que "que todos somos iguales (de cabrones)". Eso a lo mejor también es cierto.

Después, los hay que se basan en el raciocinio. Analizan el comportamiento de la sociedad desde que la humanidad vivía en cuevas, para demostrar que todo viene de la (de)evolución. Unos conseguíamos lo que queríamos a base de utilizar la fuerza bruta, que para algo somos físicamente más fuertes. Las otras lo conseguían sutilmente, a base de ingenio, para que no les dieran una somanta de palos. Y desde entonces, las cosas no cambiaron, la forma de ser de los hombres y mujeres se quedó marcado por eso, y genéticamente nos marcó neuronalmente. Y así seguimos. Siendo distintos. Unos directos, otras sutiles. Y todos y todas lo queremos. Lo que sea.

Yo cómo decía, desde siempre he visto que eramos distintos. No tuve que pensar en astros, ni en putas, ni en cabrones ni en la evolución de la sociedad. Directamente, me fije en la carpeta. Que no tiene nada que ver con la hija de la carpa. No miro entrañas de peces ni nada similar. Sencillamente, ya a cierta edad me fijé en ese útil de escritorio, de mesa, pupitre o estudio que consiste en una pieza rectangular, generalmente de cartón o plástico, que, doblada por la mitad y atada con cintas, gomas o cualquier otro medio, sirve para guardar o clasificar papeles, dibujos o documentos.

La teoría es fácil. Sólo hace falta ir a un instituto y, en vez de dar rienda suelta a los instintos más primarios y desabrocharte la gabardina con una piruleta en la mano, fijarte en cómo cogen la carpeta los chicos y las chicas.

Los chicos no cogen la carpeta. La llevan colgando (cómo otras cosas en esta vida) en el brazo, casi casi estirado, tocando la cadera. Este afinidad es la que hace que luego las carteras y los portátiles sean tan fáciles de llevar. La anatomía masculina está pensada para llevar algo en la mano. De jóvenes, en público podemos llevar la carpeta. O fumar. O una novia, pero pesa mas.

Y llegamos a las chicas. Las chicas no llevan la carpeta. Ni la cogen. La abrazan. Prácticamente la abrazan como un peluche. La diferencia entre un peluche y una carpeta es significativa, con lo que ya en su momento deduje que las chicas también tenían clara tal diferencia. Así que me puse a pensar. ¿Porque las chicas abrazan la carpeta? La primera teoría (y rápida, me salió antes de acabar de hacerme la pregunta) eran los pechos. Es decir, estamos en ese momento de la vida (o más bien dicho, ellas están en ese momento de la vida) en que los cambios hormonales hacen que los pectorales femeninos empiecen a desarrollarse hasta conseguir esa forma tan preciada por los chicos. Preciada para encontrar en ellas, no en ellos mismos, claro. Es decir, las chicas empiezan a tener pechos (no es que no los tuvieran antes, pero no se les notaban) desarrollados, les da vergüenza y por ello se los tapan con la carpeta. Esta teoría me valió un rato. Luego me di cuenta que tanto las chicas consideradas campeonas de natación cómo las más buscadas (y no por su simpatía, precisamente) abrazaban la carpeta. Hoy en día, en que las chicas ya se visten con escotes y marcando las glandulas mamarias, el tanga y demás como unas posesas, la teoría aún tiene menos cabida y verosimilitud.

Entonces, me fijé en la marimacho. La marimacho era la chica que jugaba a fútbol con los chicos. Y ese apelativo tan cariñoso, por extraño que sea, no se lo pusimos nosotros. Se lo pusieron ellas. Las chicas que no jugaban a fútbol. No sé si por envidia por no saber chutar un balón sin que pareciera que se les iba a descoyuntar la pierna, o porque estaba en contacto más o menos físico con los chicos. Cómo en esa época los chicos aún éramos niños, no creo que fuera por lo segundo. Y francamente, la primera opción tampoco le doy mucha credibilidad. Así que creo que más bien fue porque lo consideraron una traición a la raza. Bueno, a lo que íbamos. a la marimacho no la recuerdo nunca llevar la carpeta abrazada. Así que a lo mejor las chicas tenían razón, y la marimacho era eso. Marimacho. ¿Tendría la marimacho en su genética genes masculinos? La verdad es que la última vez que la vi, escupía en el suelo y utilizaba un vocabulario que marineros y patibularios se habrían sonrojado. Así que a lo mejor si que tenía algo de masculino.

De los gays no voy a hablar, porque que yo recuerde (o me fijara) no teníamos ninguno en clase. Claro que en esa época yo no me fijaba en los chicos. Ahora tampoco. Tampoco me extrañaría nada que ahora resultara que la mitad fueran gays. Que en esa época no eran gays, eran maricones, aclaremos. Claro que si yo fuera gay, en esa época tampoco habría salido del armario. Más bien, me hubiera enterrado en el fondo del armario, debajo de la montaña de privatas.

Total, que ya desde jóvenes, la carpeta es la que nos marcaba. Ella es la que nos hacía diferentes. No sólo en la forma de llevarla, si no en la forma de decorarla. Las chicas ponían las fotos de los Rick Astley de turno, estrellitas, y cosas así. Los chicos normalmente ponían banderas, escudos de fútbol, y algún valiente, hasta fotos sacadas del Lib o de alguna otra revista científica similar. Lo que si que teníamos en común es que ni ellas ni nosotros pegábamos fotos de Torrebruno. Así que en el fondo, no somos tan distintos.

¿Y eso ya es un principio, o no?

P.S: Still Crazy.

15 de juny 2007

bisti bois

Ayer noche, con un dolor de cabeza brutal, decidí que esta noche me iba al Sonar a ver a los Bisti bois. Así, sin más. Sólo. Sólo no porque quiera, sino porque no se me ocurre nadie con quien ir. Sé que es caro. Y sé que está en la otra punta de la ciudad. Pero me da igual. Si me tengo que arruinar, al menos que sea con clase. Me voy a estrenar con los bisti bois. Claro que ellos también se van a estrenar en Barcelona. Total, nos vamos a estrenar mutuamente. Y a mi eso me da morbillo. Así que , o voy ahora o la próxima vez me podré sacar la entrada más barata con la tarjeta rosa.

Cómo diría el artista: "Me merezco un homenaje". Así que me voy a la guerra. Bienvenida sea mi vieja amiga roja en la vida. Preparad las armas. He vuelto.