07 de juliol 2007

The Revenge of SodomiteMan (IV)

Marcos Pecinejo García está cansado. Durante el día tiene que disimular pasando por un administrativo vulgar y corriente, que no fuma y que sólo bebe un café al día, a la hora de desayuno. Sus compañeros siguen viendo en él el hombre pausado que hace su trabajo en silencio, que hace sus horas sin espavientos y que no alza nunca la voz para nada.

Pero SodomiteMan está rabioso. Enfadado, su rabia crece segundo a segundo, minuto a minuto. Está harto de la Asociación de SuperHéroes. Teóricamente, ese sindicato se fundó en su momento para defender los derechos laborales de sus miembros. Pero como la mayoría de los sindicatos, se ha burocratizado y ya no sirve para casi nada. Se tenía que hacer una manifestación; los superhéroes están cansados de trabajar por las noches, jugarse el pescuezo, tener que pagar facturas increíbles del gimnasio (para ser un buen superhéroe se tiene que estar en muy buena forma), pagar precios astronómicos por los trajes, los cuales sólo los hace una empresa que, sabedora del monopolio que tiene entre manos les cobra cuatro o cinco veces más de lo que les cobrarían en un restaurante chino (no por la comida, claro está, si no por las tricotosas que todo restaurante chino que se precie tiene en el sótano). Además ninguna mutua los acepta por el riesgo que comporta esta profesión, con lo que, si no se es un millonario como Bruce Wayne, tienes todos los números para acabar en la Seguridad Social cuando te lesionas, problema añadido a que no te puedes presentar en urgencias vestido con el traje de faena, con lo que implica tener a casa, cambiarte de ropa... Y luego en urgencias contar algo verosímil. Pero cuando la asociación iba a anunciar la manifestación, salieron los primeros problemas: ¿Se tenía que ir vestido de superhéroe? Por que estaba claro que vestidos de civil no se podía, a no ser que fueran con pasamontañas, pero en pleno verano, a 35 grados a la sombra, a ver quien era el guapo que se lo ponía. Pero claro, la mayoría trabajaban en oficinas, cadenas de radio... ¿que excusa pedían en el trabajo para no ir y poderse presentar en la manifestación? ¿Y si la gente empezaba a sumar dos más dos? ¿Sumarían cuatro? ¿O sumarían cinco? Y si sumaban cinco, ¿aún partiendo de una base incorrecta podrían adivinar la verdad? Cuando aún estaban en estas disquisiciones, un representante del gobierno llegó, e hizo un petit comité con la junta. Total, que en bien de la seguridad pública, en bien de los ciudadanos y posibles víctimas, la manifestación y la huelga posterior que se había de hacer durante una semana cómo mínimo se canceló.

Y SodomiteMan no está dispuesto a esta bajada de pantalones. Ya se ganó la fama de radical cuando el problema de la unificación de uniformes, así que esta vez se ha callado. Pero su venganza, cómo la de Anakin y Palpatine, está planeada. Ha decidido hacer huelga a su manera. A la japonesa. Pero no en horas del turno que le toca hacer. Ni tampoco en el número de delincuentes que está dispuesto a detener. Sino en la manera en que los va a detener. Se acabó lo de acatar la normativa de la asociación, se acabó lo de preservar los derechos humanos de los maleantes.

A partir de hoy, se van a enterar por que le llaman SodomiteMan.
Para los criminales, la hora del terror ha llegado.

PS: Si els arbres no et deixen veure el bosc, perquè els cotxes si et deixen veure les retencions?

04 de juliol 2007

Cambio Exchange Valuta

¿Nadie ha pensado en el porqué del cambio? Y no me refiero a eso del cambio climático, precisamente. Me refiero al cambio monetario. Es decir, a las monedas que te dan cuando te devuelven dinero por algo que pagas. Analicemos el concepto. A modo de ejemplo, imaginemos que estamos en un bar, pedimos una cortado (o un café, o un té, o una cerveza, lo que sea) y en el momento de pagar, pagamos con un billete de diez euros. Nos podemos encontrar con diferentes opciones:

- La primera opción es que cueste 5 euros. Nos devuelven un billete de 5 euros y en paz.
- La segunda opción es que cueste 1 euro. Nos devuelven un billete de 5 euros y 4 euros en monedas.
- La tercera opción es que el camarero sea tan alto como Torrebruno, y que nos devuelva el cambio tirándolo como si jugara a basket. Para nuestro estudio, esta opción la descartaremos por rara, incongruente, estúpidamente difícil de analizar y con pocas ganas para ello.

Analicemos científicamente, con claridad meridiana (y diagonal), las dos opciones restantes.

La primera opción es clara: Eso no es un cambio. Es una puñalada trapera. Lo único que podemos sacar en claro es el nombre del bar, su dirección, avisar a los amigos y colgar esos datos en internet para que nadie ponga un pie ahí dentro. Cómo medida opcional, ese mismo bar se puede recomendar a gente que caiga mal y similares (gente a la que se le guarde rencor, a la que se ha jurado venganza de sangre... lo normal, vaya).

La segunda opción es el quit de la cuestión. Que te devuelvan billetes y monedas. Si nos devuelven solo billetes, un cambio "justo", tenemos preparada la cartera en una mano, nos dan los billetes en la otra, ponemos los billetes en la cartera y ya está. Sencillo. Práctico. Cómodo. Si te devuelven sólo monedas, normalmente ya lo ves a venir, con lo que la cartera está en el bolsillo del pantalón. Te dan el cambió, te pones las monedas en el bolsillo y ya está. Sencillo. Práctico. Cómodo. La última opción, "la madre de todos los cambios" es la que da problemas de concepto y realización. Y todo básicamente, por los camareros. Imaginemos la escena. Mano izquierda, la cartera. Mano derecha extendida, la palma hacia arriba. Y nos dan el cambio. Indefectiblemente, siempre nos darán el billete y las monedas arriba. Y ya empieza el show. No se pueden guardar las monedas en el bolsillo teniendo un billete debajo de ellas. Resbalan al girar la mano. O se arruga el billete al cerrar el puño y se pone todo el puño en el bolsillo (para luego sacar el billete una vez abierta la mano dentro del bolsillo), o no hay nada que hacer. No es cómodo. La otra opción es ponerse la cartera en el bolsillo, coger las monedas, ponerlas en el bolsillo, volver a coger la cartera y poner el billete en ella. Engorroso. Una variante de esta opción es dejar la cartera en la barra, pero nos la jugamos a que vuele. Y no por el viento, precisamente.

Y de todo esto es de donde surge la cuestión que mantiene ocupadas las mentes más brillantes del mundo mundial y parte del extranjero. ¿Porque los camareros devuelven el cambio así? ¿Por que no dan primero las monedas y los billetes encima? La excusa oficial del Colegio Oficial de Camareros es que debido al viento, si se pone los billetes encima, pueden volar. ¿Pero quien ha visto un bar donde haya viento? Exceptuando los bares de alta montaña y sin ventanas, claro está. Si hasta cuando tienen aire acondicionado ni se nota. Los mas antiguos tienen esos ventiladores de aspa en el techo, que van a 5 vueltas por minuto y lo único que hacen es marear el humo del tabaco. Y eso si el humo se queda quieto, claro.

Todo esto, es lo que hace que aún sea más escalofriante el siguiente ejercicio. Intenten hablar con voz ronca, gutural. Digan "Cambio". Ahora prueben con "Exchange". Finalmente, haganlo con "Valuta". Irremediablemente, con la tercera palabra, suena mucho más agresivo. ¿No les recuerda un insulto goa'uld?

PS: Si no saps quines diferències hi ha entre un aparell reproductor masculí i una cadira, vigila on t'asseus.