08 de febrer 2009

¡¡Fiesta!!

NDF (nota del fotógrafo): Sí, aunque parezca mentira, tiene ojos.




Dicen los expertos que una fiesta es un día en que se celebra alguna solemnidad nacional, y en el que están cerradas las oficinas y otros establecimientos públicos. Otros no tan expertos consideran que una fiesta es diversión o regocijo. Luego hay los dinosaurios (o los pingüinos como Fraga) que consideran que una fiesta es el Día (sí, con mayúsculas) que la Iglesia celebra con mayor solemnidad que otros.

Para mi, fiesta es irse con los amigos. A tomar algo. A comer. A beber. Y según ciertos mitos (y leyendas) urbanos, a ligar (y triunfar en ello). Hay veces que irse de fiesta es simplemente ir a comer. Con el comer, también hay el beber. De ligar nada, excepto una castaña considerable, pero simpática. Ir a tomar algo con los amigos es simplemente el preludio al ir a comer. Somos así de serios. Y constantes. Luego hay la opción de quedar ya más bien de noche, e ir a beber (la excusa es hablar de temas banales que indefectiblemente no interesan a nadie, cómo el fútbol, la política y las increíbles tetas de la rubia de enfrente).

Hoy me ha tocado la última opción. Pero sin tetas ni rubia, cosa que ya por principios es un problema. Los ingleses le llaman handicap. Aquí generalmente se le llama putada, porque somos más serios y decimos las cosas por su nombre. Pero la verdad, con el fútbol y la política nos hemos defendido. Gracias a los dioses que también hay el rugby, y nos hemos salvado (esos machotes...). Por poco, eso sí. Total, que he cenado y me he ido con un amigo de fiesta. Habíamos quedado con unas amigas del amigo. Yo, creyendo en el dicho (los amigos de mis amigos son mis amigos), he creído que tenía opciones de intercambiar fluidos corporales, y no, no me refiero a los escupitajos. Con las amigas, se entiende. Así que me he puesto mis mejores zapatos (sólo tengo un par), mis mejores pantalones (los que no estaban sucios) y mi mejor camisa (arrugada). Era un pincel. Y con ron (mucho, ni lo justo ni lo necesario, más bien lo indecentemente exagerado), era un pincel simpático y divertido. Todo lo contrario que en la vida real. Pero a quien le importa cuando lo que intentas es convertir esas risas en gemidos de pasión. Se miente. Se mata. Todos sea por follar el amor.
Al llegar me he encontrado que la amiga que me "tocaba" (la guapa -que tampoco- era para mi amigo, dile tonto), era una especie de camello dicharachero de metro ochenta (Torrebruno se habría columpiado entre sus piernas) con una espalda que no se la salta un piano (no, yo tampoco he visto nunca saltar a un piano). Cuando reía, las comisuras de los labios casi le llegaban a las orejas. Su nariz no era aguda. Directamente cortaba. Los ojos parecían dos puñaladas en un tomate. Verde. Llevaba un escote que dejaba entrever unos pechos cómo sandías de Chile. Bueno uno era de Chile. El otro, del Llobregat. Lo digo por la distancia que había entre uno y otro. Que eso no era un canal, era directamente el Atlántico (el océano, me refiero al océano, no al banco). Cuando se ha puesto a bailar salsa (o merengue, bachata o como se llame esa "música" machaconamente repetitiva), mi abuela lo habría echo mejor. Y eso que está muerta. Su risa era estridente y su humor (por una vez, vamos a ser políticamente correctos) estúpidamente idiota.

Todo eso, cualquiera lo habría visto en 5 minutos. Yo lo he visto en 30 segundos. Es el tiempo que he tardado en despertarme, girar la cabeza, mirar, vestirme y salir.




PS: Escrit, no revisat i no actualitzat a les 04:35.
PPS: Si no portes sabates, els taxis no acostumen a parar.