15 de desembre 2009

The return? (V)

La ciudad está alterada. En los dos últimos meses, seis malhechores han sido encontrados muertos en macabras circunstancias. Uno fue encontrado empalado en un buzón de correo, con un sello pegado en la frente. A otro le abrieron en canal y tejieron una bufanda con sus intestinos. A otro, le colgaron de los testículos… con la bufanda del tercero. Al cuarto ladrón le hicieron la acupuntura… con una tricotosa. Al siguiente, le cosieron la boca con imperdibles y pegamento, y a continuación, le rellenaron el estomago con melones. Al último, se le obligó a que le hicieran una sesión de reiki. Con una apisonadora.

El mundo del hampa está temblando. No se atreven a salir para sus maléficos quehaceres. Se reúnen en almacenes para pedir protección a los supervillanos. Pero los supervillanos tampoco saben exactamente que está pasando. Y no saben que hacer.

Los inocentes transeúntes no saben si esto va a continuar así o en algún momento quien sea que hace esto pasará de los malvados a los castos.

Sólo el viento sabe la respuesta.
Sólo el viento susurra una palabra: SodomiteMan…

Y en la oscuridad de los callejones, una sonrisa sádica se ensancha.


PS: Que un cotxe mai no et deixi veure l’autopista.
PPS: Recorda que hi han diferències entre un consolador i una cadira. Sobretot, al seure.

13 de novembre 2009

El otro lado de la ducha.

El otro día, ligué. (*)









Ojo, que lo digo así, cómo si tal cosa, pero la verdad es que hacía milenios que no lo hacía.


Supongo que mi subconsciente es mas consciente que yo, o que al final resultará que no soy el hijo feo secreto de Torrebruno cómo pensaba. Pero ligué. (**)

Todo pasó en el gimnasio. Pero para ser más exactos, tendríamos que decir que fue en los vestuarios del gimnasio. Y no, no me colé en el vestuario femenino. Y no, ninguna mujer se coló en el vestuario donde se huele a tigre y las feromonas rebosan. Estimados lectores (si aún queda alguno), ligué con otro hombre. Y sin querer. Si es que cuando me pongo…

Pero para proteger mi reputación (si es que aún me queda algo que proteger), voy a contarlo todo. Tranquilos, es rápido e indoloro.

Yo me estaba duchando. Cómo no sigo ninguna religión rara que prohíbe ducharse desnudo ni enseñar el cuerpo, me duchaba desnudo. Cuando me ducho (en el gimnasio), tengo la manía de ponerme en una ducha desde donde pueda ver mis pertenencias. Y más, desde que me robaron los calzoncillos. Así que mientras me ducho, controlo que nadie intente nada raro. Y resulta que el otro día, mientras me duchaba, un chico se sentó al lado de mi bolsa de deportes. Cómo era un chico que nunca había visto, le miré (con esa mirada que hace la policía cuando mira un sospechoso). Él, al cabo de un rato, me miró a mí. Y retiró la mirada, para, al cabo de un momento, volverme a mirar. Y retirar la mirada. Éste juego duró lo que yo tarde en ducharme y en secarme (sí, me seco con la toalla en la ducha, no me gusta ir luego goteando, que suena mal). Cuando salí (con la toalla atada a la cintura, cuál mancebo romano en una orgía de Calígula), él me volvió a mirar. Y esta vez, se levantó. Era un chico joven, fuerte, duro. sin un pelo de grasa o pelo por todo su cuerpo. Si Adonis volviera a bajar a la tierra cogería su cuerpo. O lo violaría. No sé cual de las dos cosas haría, pero algo le haría.

Se pasó una mano lentamente por su pecho (repitamos y aclaremos, su pecho, no el mío). Y me dijo:
- 'Te he estado mirando mientras te duchabas.'
- 'Lo sé, lo he visto' – le respondí.
Me volvió a mirar, de arriba abajo.
- 'Y te estaba mirando porque me estaba imaginando lo que podría hacer con ese cuerpo, y lo que tu con ese cuerpo me podrías hacer a mí.'
Ahí fue en el momento en que mi rápida inteligencia supina notó que había ligado.
Y con toda mi dulzura posible, con todo mi emoción contenida, le dije:
- 'Pues yo te estaba mirando porque creía que me ibas a robar la bolsa.'

Ya no lo he vuelto a ver.


PS: ¡No! ¡Trantran no!
PPS: Si els esquirols ens foten la feina, per què els hi tirem cacauets? No seria millor tirar-lis pedres?


(*) Nota del autor: Sí, yo tampoco me lo creo.
(**) Nota del autor: Que sí, que sí, yo también sigo sin creermelo.

28 de juny 2009

¿Quien me ha robado mis calzoncillos?

(nota del autor: ¿a que son chulos?)
(otra nota del autor: pero no, no son míos)
(otra notita del autor: los mios son de spiderman)






A diferencia de ciertos libros de pseudos-filosofía barata y autoayuda varia, ésta no es una pregunta retórica. El otro día me robaron los calzoncillos.

Dicho así, la cosa suena mal. Y no digamos como huele, porque los calzoncillos estaban usados. Y digamos que más de lo normal, ya que me los robaron en el gimnasio, mientras me estaba duchando.

La verdad, no entiendo quien puede querer unos calzoncillos sudados y que desprendían un hedor que incluso a mí, me saturaba.

Podría llegar a entender que me hubieran robado la ipod. O el reloj. O el móvil. Hasta la toalla. Pero que me robaran una prenda sudada, sólo me lo explico desde un punto de vista psiquiátrico, y aún así, no lo puedo comprender.

Porque vamos a ver, una cosa es sufrir un normal (y hasta saludable) síndrome de Diógenes, y recoger carritos abandonados, cartones, botes vacíos de desodorante de la calle y guardarlos en casa. ¡Però otra cosa es robar unos calzoncillos sudados en un gimnasio! Y no, no estaban tirados en el suelo ni nada similar que pudiera inducir a alguien a creer que estubieran abandonados. Estaban con el resto de la ropa sudada, a saber: camiseta, pantalones y calcetines. Todo sudado. Que sí, que reconozco que un bote de desodorante vacío puede (y tiene) una futura reutilización, así cómo los paquetes de tabaco, las bolsas (llenas) de basura, etc. Pero mis calzoncillos no. Eran mios. Los había comprado yo. Me los había puesto yo. Los había sudado yo. Algunas veces, hasta alguna mujer me los había quitado. Eran mios. Y que conste que lo digo con todo el egoísmo egocéntrico del que soy capaz. Eran mios. Mios.

Que una cosa es sufrir síndromes, y otra muy distinta es sufrir y hacer sufrir haciendo partícipe de tus sufrimientos.

Cojamos cómo ejemplo de lo que digo a Torrebruno. Según la prestigiosa Phisiquiatric University of Torremolinos, no es que sufriera de distintos y diversos trastornos obsesivos (compulsivos y voluntarios), sino que era tan compulsivo, que los tenía todos. Y tan voluntario, que no los soltaba. Entre ese enérgumeno y el puercoespin rosa, se entiende cómo han salido un par o tres de generaciones. Seguro que Torrebruno robaba calzoncillos de los camerinos.

Otro ejemplo (pero por lo opuesto al enano sádico danzarín) al que podemos hacer referencia es el recién fallecido Michael Jackson. Sufría de síndrome de Jesús. ¿Y que hacía? ¿Robaba niños para encerrarlos en su casa? ¡No!. Se llevaba los niños a casa, dejaba que se acercaran a él, luego él se acercaba más a ellos y a continuación, los sodomizaba. Considerando que ninguno de los niños tuvo luego enfermedades venereas (los trastornos psíquicos no cuentan), hasta se puede intuir que encima (limpio e higiénico que era) tomaba medidas y utilizaba medidas anticonceptivas para no contagiar. A continuación, les pagaba a los padres una millonada, y aquí paz y después gloria. Total, a todos nos dan por culo alguna vez en la vida, así que si te lo tienen que hacer, que sean profesionales, y que cobres.

E aquí la demostración de que ese negro translucido sabía hacer las cosas. Con clase. Con dinero. Con estilo. No cómo un ladrón mezquino de ropa interior utilizada.

Y ya que hablamos de Michael Jackson, no entiendo cómo un centro médico de la categoría del hospital universitario UCLA permitió que muriera. Por si alguien no lo sabe, el papel de fumar andante llegó vivo a urgencias. Lo que la mayoría de gente no sabe es que cuando lo llevaron a un box, el médico y los residentes que se lo miraron dijeron "¿A la hora de cenar nos traen un muñeco? Ya haremos las prácticas después, vamos a hacer un café".
Irónias de la vida, el hombre que se pintaba todas las mañanas con tipex todo el cuerpo, murió porqué los de la bata blanca prefirieron ir a beber un líquido negro...

Saludos.

PS: Lo dels calçotets és mentida, no me'ls han robat. O si.
PPS: Lo del m.j. no. Era un coi de pederasta.
PPPS: Per fi les mares del món respiren una mica millor.
PPPPS: I per fi els nens poden anar a jugar pel carrer una mica més segurs.

20 de maig 2009

Lo que de verdad importa.

Hace muchos años vivieron unos seres muy grandes. Antepasados de lo que ahora llamamos reptiles. Eran mucho más grandes que las boas, cocodrilos y otros seres agradables que nos pueden venir en mente. Con la piel escamosa (aunque la verdad, si siempre se encuentran huesos fosilizados, no sé cómo saben que la piel era escamosa), garras tremendas con afiladas uñas, bocas inmensas con terroríficos dientes (sí, hasta los herbívoros tenían unos dientes terroríficos, eran así de chulos), estos seres que median metros y metros de alto reinaban en la tierra. De ahí la frase "cuando los dinosaurios reinaban en la tierra". Porque estamos hablando de los dinosaurios. Y no, Manuel Fraga es de la misma época, pero no es un dinosaurio. Al andar, se nota que viene de la familia de los spheniscidae.

Pero no cambiemos de tema (sé que a nuestros queridos lectores les gusta, pero no lo vamos a hacer), y seguiremos hablando de lo que realmente es importante.

Y lo que importa, lo que realmente afecta a esas pequeñas neuronas que saltan de pared a pared craneal, es que se nos ha muerto un mito. Que digo un mito. Un ídolo. Que digo un ídolo. Un ídolo de masas. Un líder espiritual.
El 14 de abril del 2008, se nos murió Chema.
Sí.
Supongo que no hace falta recordar esas miríadas de gente en la calle, llorando por tan triste suceso. Ni recordar las legiones de fans y ex-gruppies que colapsaron las principales autopistas del estado.
¿Cómo olvidar los millones de cartas que colapsaron Correos (sí, bueno, ya sabemos todos que tampoco cuesta tanto eso)? ¿Cómo olvidar todo eso?
¿Y cómo ha respondido el Ente público a esas muestras de dolor por parte de toda la ciudadanía del mundo mundial y parte del extranjero? De ninguna forma. Sin maneras.
Hace más de un año que se nos fue.
¿Y alguien ha visto un ciclo dedicado a Chema el panadero? Aunque sea en La2, a las 4 y 25 de la madrugada (después de Redes y el genial Eduard “pelucadebotox” Punset), ¿pero alguien lo ha visto? No. Nadie. Nobodi jas sin it.
¿Por qué Carmen Sevilla no le hace un homenaje un sábado por la tarde?
¿Porqué Chema el Panadero está en la misma lista negra que Torrebruno?
¿Donde está Parada y su pianista?
¿Y Don PimPon?
¿Por qué la gente necesita leer cuando va al baño? ¿Que tiene la etiqueta del ambientador o la del champú, que nos hace leerla miles de veces mientras nos defecamos en el señor Roca?
¿Es verdad que la panadería era un centro de distribución de estupefacientes, y el capo era Don Pimpone?

Chema, Espinete… Más de una y de dos generaciones fueron marcadas (traumaticamente a sangre y fuego, literalmente) por estos dos personajes. Dos personajes que cuando acababan de rodar la tortura diaria, se quitaban sus disfraces, sus alter egos, y se dedicaban a cochinadas que sólo en los tugurios más infectos se puede llegar a imaginar. Ésta pareja nos hundió. Nos hicieron creer que un puercoespín rosa de metro ochenta, un panadero que parecía sacado de un laboratorio de cocaína, y un gordo peluche con gorro de paja (sacado de una plantación de algodón, el gorro, no el gordo) estarían a nuestro lado, ayudándonos. Haciendo que la vida fuera feliz, alegre y perfecta. Y resulta que en verdad, siempre estaban jugando con unos niños que no tenían casa y que no estaban escolarizados. Nos hicieron creer que un puercoespín de color rosa necesita ponerse un gorrito ridículo y un pijama que no se pondría ni mi abuelo para ir a dormir.
Y cuando nos lo creímos todo, vino Chema, se tiró a Espinete y nos dejó con un palmo de narices.

¿Por qué no salimos a la calle a protestar por ello? Mientras escribo esto, las calles tendrían que estar llenas de gente, los containers y los coches cruzados en medio del asfalto, ardiendo en una fogata onírica que llenarían los corazones y las almas de todos cuantos respiramos en éste mundo.
Tendríamos que colgar a los responsables de ello de las farolas, para que alumbraran la fiesta macabra que celebraríamos después. Y si los responsables están muertos, sus familias. Hijos, nietos, perros, gatos, canarios, tortugas, todos colgados de las farolas. Que se enteraran en yankeelandia lo que es celebrar una noche de todos los santos.
Tendríamos que asaltar los bancos, los grandes centros comerciales y las tiendas de chucherías. Las revueltas de París tendrían que parecer meras reuniones de boy-scouts al lado del levantamiento popular exigiendo un homenaje a Chema, nuestro panadero.


Pero no. Preferimos callar. No decir nada. No hacer nada. O peor aún. Preferimos perder el tiempo llenando las arterías de nuestras cívicas ciudades en manifestaciones en contra de la crisis. De que cada día tengamos menos y nos cueste más. En contra de que haya millones de parados.

Si es que, en realidad, ya no sabemos lo que de verdad importa.


Saludos.


PS: Visca lo puto gusiluz.
PPS: McDonald's és a la gastronomia el que Telefonica és a les comunicacions.

08 de febrer 2009

¡¡Fiesta!!

NDF (nota del fotógrafo): Sí, aunque parezca mentira, tiene ojos.




Dicen los expertos que una fiesta es un día en que se celebra alguna solemnidad nacional, y en el que están cerradas las oficinas y otros establecimientos públicos. Otros no tan expertos consideran que una fiesta es diversión o regocijo. Luego hay los dinosaurios (o los pingüinos como Fraga) que consideran que una fiesta es el Día (sí, con mayúsculas) que la Iglesia celebra con mayor solemnidad que otros.

Para mi, fiesta es irse con los amigos. A tomar algo. A comer. A beber. Y según ciertos mitos (y leyendas) urbanos, a ligar (y triunfar en ello). Hay veces que irse de fiesta es simplemente ir a comer. Con el comer, también hay el beber. De ligar nada, excepto una castaña considerable, pero simpática. Ir a tomar algo con los amigos es simplemente el preludio al ir a comer. Somos así de serios. Y constantes. Luego hay la opción de quedar ya más bien de noche, e ir a beber (la excusa es hablar de temas banales que indefectiblemente no interesan a nadie, cómo el fútbol, la política y las increíbles tetas de la rubia de enfrente).

Hoy me ha tocado la última opción. Pero sin tetas ni rubia, cosa que ya por principios es un problema. Los ingleses le llaman handicap. Aquí generalmente se le llama putada, porque somos más serios y decimos las cosas por su nombre. Pero la verdad, con el fútbol y la política nos hemos defendido. Gracias a los dioses que también hay el rugby, y nos hemos salvado (esos machotes...). Por poco, eso sí. Total, que he cenado y me he ido con un amigo de fiesta. Habíamos quedado con unas amigas del amigo. Yo, creyendo en el dicho (los amigos de mis amigos son mis amigos), he creído que tenía opciones de intercambiar fluidos corporales, y no, no me refiero a los escupitajos. Con las amigas, se entiende. Así que me he puesto mis mejores zapatos (sólo tengo un par), mis mejores pantalones (los que no estaban sucios) y mi mejor camisa (arrugada). Era un pincel. Y con ron (mucho, ni lo justo ni lo necesario, más bien lo indecentemente exagerado), era un pincel simpático y divertido. Todo lo contrario que en la vida real. Pero a quien le importa cuando lo que intentas es convertir esas risas en gemidos de pasión. Se miente. Se mata. Todos sea por follar el amor.
Al llegar me he encontrado que la amiga que me "tocaba" (la guapa -que tampoco- era para mi amigo, dile tonto), era una especie de camello dicharachero de metro ochenta (Torrebruno se habría columpiado entre sus piernas) con una espalda que no se la salta un piano (no, yo tampoco he visto nunca saltar a un piano). Cuando reía, las comisuras de los labios casi le llegaban a las orejas. Su nariz no era aguda. Directamente cortaba. Los ojos parecían dos puñaladas en un tomate. Verde. Llevaba un escote que dejaba entrever unos pechos cómo sandías de Chile. Bueno uno era de Chile. El otro, del Llobregat. Lo digo por la distancia que había entre uno y otro. Que eso no era un canal, era directamente el Atlántico (el océano, me refiero al océano, no al banco). Cuando se ha puesto a bailar salsa (o merengue, bachata o como se llame esa "música" machaconamente repetitiva), mi abuela lo habría echo mejor. Y eso que está muerta. Su risa era estridente y su humor (por una vez, vamos a ser políticamente correctos) estúpidamente idiota.

Todo eso, cualquiera lo habría visto en 5 minutos. Yo lo he visto en 30 segundos. Es el tiempo que he tardado en despertarme, girar la cabeza, mirar, vestirme y salir.




PS: Escrit, no revisat i no actualitzat a les 04:35.
PPS: Si no portes sabates, els taxis no acostumen a parar.

22 de gener 2009

La oscura y verdadera historia del tapete.

¿Alguien no recuerda el tapete de la abuela? Evidentemente, me refiero al de ganchillo. Ya en los albores del tiempo se consideraba un ¿objeto? pasado de moda. De facto, antes de que la primera abuela hiciera el primer tapete, ya estaba pasado de moda. El tapete clásico (posiblemente, el más pasado de moda), es de color blanco, y se utiliza para poner encima de una mesa o mesilla (o mesita). Por un motivo extraño, la gran mayoría de tapetes acostumbran a ser redondos. Será que, por otro motivo extraño, los tapetes redondos acostumbran a decorar (por decirlo de alguna manera) mesas, mesillas o mesitas redondas. Evidentemente, los hay cuadrados (me refiero a los tapetes, aunque también hay mesas, mesillas y mesitas cuadradas), pero éstos fueron una evolución de los clásicos (y primeros) tapetes redondos. Que luego podamos entrar a discutir si eso es una evolución o una devolución, es otra historia. Siguiendo la historia del tapete, vemos que los tapetes crecieron, y llegaron a suplantar las cortinas, y hasta a cubrir camas de matrimonio. De ahí, llegamos a que pasaron de ser un objeto en 2 dimensiones (planos, vaya), para conseguir la tercera dimensión. Ahí es donde hay el gran clímax en la evolución del tapete. Cuando pasan de cubrir (y adornar, dicen) mesas (y mesillas y mesitas) a cubrir teteras. Y cafeteras. Según los expertos, éste cambio hizo que la historia del tapete hiciera un giro tan brusco de orientación, que no podemos hablar de evolución, si no directamente, de holocausto. Similar al de los judíos, pero sin hornos crematorios. Conseguido esto, las abuelas, envalentonadas por su éxito (me refiero con los tapetes, no con los judíos), llegaron hasta a atacar los tiestos, en un alarde de locura mental transitoria. Con el tiempo, llegó la industrialización y las máquinas, con lo que las abuelas llegaron a crear verdaderos monopolios que hicieron temblar a más de un y de dos gobiernos. Según cuenta la leyenda, los servicios secretos norteamericanos tuvieron que actuar cuando se descubrió un intento de cubrir la Casa Blanca, el Capitolio y el monumento a Lincoln con tapetes. A partir de ese momento, la mafia que dominaba el monopolio tapetil empezó a declinar, al ser encerradas de por vida en la cárcel la mayoría de sus cabecillas. Huelga decir que las condenadas no estuvieron mucho tiempo en prisión. Y no porqué sus contactos consiguieran sacarlas de ahí, justamente.

Llegados a éste punto, los expertos consideran que gracias a esos sucesos una nueva hornada de abuelas más jóvenes tomó el poder tapetil, con ideas nuevas y revolucionarias. Uno de sus actos más aberrantes y conocidos fue tintar los tapetes de los más variados colores. Aún hay gente que se les pone la piel de gallina al recordarlo. Muchos otros no se les pone la piel de gallina, por el simple echo de que al ver por vez primera esa anomalía prefirieron saltarse la tapa de los sesos de un disparo, saltar desde el balcón y muchos más divertidos eventos que no hace falta numerar aquí.

Con el tiempo, el imperio tapetil, como hemos dicho, fue declinando. Hasta se llego a temer (o rezar) por su extinción. Pero es justamente por estos sucesos, que los investigadores (románticos ellos), decidieron hacer estudios sin cuartel sobre el objeto en cuestión. Sobre los citados estudios, ya hablaremos en otro capitulo debido a su extensa extensión.

Nadie sabe exactamente que induce a una abuela a estarse horas y horas gastando hilo, vista, paciencia y ganchillo. Solamente se sabe que, a cierta edad, el cuerpo, la mente, pide eso. Quiere eso. Es decir, de la misma forma que a los 16 años los adolescentes (masculinos en su mayoría, que si no de que sería un trauma) notan que todas las neuronas de su ser (sobretodo, ciertas neuronas de su ser egocéntrico y onanistamente principal) piden sexo, cuando se llega a cierta edad (ahí no está claro si es a partir de los 62, 67, 69 o 73 años), las abuelas necesitan hacer tapetes. Cómo un yonqui necesita su ración diaria de heroína (jaco para los amigos), las abuelas necesitan el hilo, la aguja de ganchillo y un objeto a cubrir. Cómo vemos, tanto los yonquis cómo las abuelas tienen dos puntos en común. La adicción y la aguja. De ahí que actuales estudios serios de extintas universidades hayan demostrado el alto índice de contagiadas por el virus del SIDA entre la población femenina de la tercera edad. También se ha demostrado que, debido al tiempo que se tarda en realizar los análisis, nunca se descubre que las abuelas mueren de esa enfermedad, ya que no llegan a ver dicho informe.

Y todo esto, amigos lectores, ¿por que lo cuento? Es fácil adivinarlo. Hoy, en un sólo día, he visto cómo la leyenda de que el imperio tapetil está extinto es una falacia. En dos sitios distintos, en dos lugares diferentes (y en una galaxia muy, muy lejana), he podido ver tapetes adornando a seres humanos. ¡Sí! Y (por una vez) no tenía un exceso de alucinógenos circulando por mis arterias y venas varías. Que me estoy quitando. Pero la verdad, ver a una mujer con un gorro de ganchillo (imaginen, amables lectores, una funda de ganchillo para un tiesto y denle una vuelta de 180º) con alegres motivos florales pasear por la calle, me ha echo plantear si ha sido buena decisión abandonar ciertas substancias. Lo que me ha reafirmado en que tengo que volver a la existencia psicotrópica ha sido la vista de un muchacho jamaicano (o al menos, enamorado de esa isla). Y no porque fuera negro o llevara rastas. Si no porque iba enfundado en una camiseta de baloncesto (con los colores de Jamaica) inmensa. Evidentemente, el problema no es llevar una camiseta de baloncesto que te llegue a las rodillas. El problema, es que esa camiseta, queridos y sufridos lectores... era de ganchillo.

Estas dos visiones me han tocado la fibra sensible. Han provocado que empezara a investigar el mundo tapetil. A desempolvar tapetes guardados en trastero y mirármelos desde otra perspectiva. A quemar toda foto de abuelas que encuentre, mientras entono el "Muerte al ganchillo, a la hoguera con él", famosa canción puesta de moda por Torquemada y remasterizada y actualizada por Torrebruno. A seguir las investigaciones no acabadas de las extintas universidades, esperando que los resultados me den la razón, y descubrir que, tal y cómo hizo Keyser Söze, el mejor truco que hizo el Diablo es hacer creer que no existía.

Así que, si un día de estos leen que he tenido un accidente y me he clavado la cuchilla de afeitar 23 veces, no se lo crean. Porque no me afeito, me depilo a la cera.

Saludos.

PS: Si durant més de tres anys li vas ficant el dit a l'ull a algú, normal és que després aquest algú et trenqui les rótules.
PPS: Antic proverbi jueu.