Principios Hidráulicos: El champiñón.
Cómo dice el refrán; “Si cae del cielo, es húmedo y te moja, es agua y está lloviendo”. Claro que el corolario de Unga-Gaga (filósofo famoso del pleistoceno superior) deja una puerta abierta a la duda: “También puede ser un Tiranosaurus Rex meando”. Filósofos modernos (Hans Van Der Fiesten, 987-1056 d.c.) objetaron más dudas: “O un vecino molesto escupiéndote desde el balcón”.
Y con esto, que quiero decir. Fácil. Que desde que el ser humano es lo que es (un animal que puede pero no quiere hablar y con in-capacidad pára el raciocinio), nunca nos hemos puesto de acuerdo. Y esto nos lleva a la madre de todas las dudas. El agua. ¿Qué es el agua? Según algunos técnicos, físicos y demás sandeces por el estilo, el agua es un compuesto conformado por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. No tiene color, olor ni sabor. Ocupa las tres cuartas partes de este querido planeta conocido cómo La Tierra, y el setenta por cierto del cuerpo humano es agua (para que coño beber más agua, todos a por alcohol, que está perdiendo la partida), el punto de ebullición es blablabla... Según los teólogos, ecologistas y demás sandeces por el estilo, el agua es un regalo de Dios que no se puede malbaratar.. Lo de Dios es la aportación de los teólogos, claro. Lo de malbaratar, de los ecologistas. Total, en lo único que están de acuerdo es en que el agua es agua. Y por lo que se ve, nadie les explicó que nunca se tiene que utilizar la palabra definida en la definición. Y eso que algunos tienen carrera. Que debe de ser de sacos visto el resultado final.
¿Pero realmente nadie ve lo que es el agua?
El agua es un maldito líquido soso e insípido, que no acompaña ninguna comida decentemente, con el cual ahora la gente sana nos quiere maltratar a base de hacernos beber 2 litros diarios para que nos coja complejo de vejiga con patas. También sirve para lavarnos (poco, el jabón funciona mucho mejor) y para cocinar (punto a su favor). Algunos locos bajitos (fans de Torrebruno) lo utilizan cómo arma, al llenar globos para lanzarlos al prójimo, llenar las maldichas pistolas de agua (que no son de agua, son de plástico) y joder al personal que se le acerque demasiado, llenarse la boca y escupir (viva la educación y los padres que la aplican), etc... Ahora que hay poca agua, va y nos joden la conciencia con una campaña de publicidad en la que nos están haciendo responsables de la falta de agua. Porque los campos de fútbol, golf, parques recreativos acuáticos, centros de relax y similares no gastan nada. Ni las empresas, ni las fábricas. Somos los ciudadanos los malos. Por culpa nuestra, éste bien se va agotar. Pues que bien que el bien se agote. Yo no tengo conciencia. Y si quiero tirar de la cadenita cada vez que voy al baño, no me tiene que coger ningún complejo de genocida líquido. De hecho, a veces me levanto por las noches y poseído por una luz no terrenal (el fluorescente), me voy corriendo al baño y empiezo a malgastar agua. Es decir, soy un patrón clásico descrito en la teoría Khur-Xompfessen.
La misma teoría que explica el porqué de los champiñones (hongos del género Agaricus) . Y es que todo en la vida tiene su relación. Que alguien le quite el agua a los champiñones. Bueno, para empezar, a ver quien es el valiente que lo intenta. Pero supongamos que lo consigue. Supongamos que lo consigue y logra sobrevivir a ellos, me refiero. ¿Qué observará? Que los champiñones, al igual que el musgo y otros animales depredadores, necesitan el agua para vivir. Más aún. Lo necesitan para sobrevivir. ¿Porqué? Pues porque son idiotas (según un estudio de la universidad de California, es un hecho demostrado), y también porqué sin agua no hay humedad. Y sin humedad, no se crea ese microclima tan infecto el cual es idóneo para los champis y otros especímenes de su calaña. Así que, para un champiñón, que el agua tenga o no tenga color, olor ni sabor le importa tres pitos. Le importa cinco pitos que las tres cuartas partes de este planeta esté ocupadas por el agua. Literalmente se la suda que los humanos seamos un setenta por ciento agua. Le interesa poco o menos que el agua sea un regalo de Dios. Y cómo inconsciente que es, la malbarata. Y no sabe, ni lo quiere saber, ni lo sabrá nunca, que esas gotitas están formadas por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Y que nadie le hable de lluvias, dinosaurios meones o vecinos incívicos que es capaz de enfadarse, y mucho.
Y ahí, al estudiar al peligroso champiñon, es cuando descubrimos la verdad de la vida.
Que feliz, que divertido, es vivir en la inopia.