En el Corazón del Imperio.

También hay una parte de imaginación absurda, producto de mi neurona herida de gravedad (cuando nací tuve un accidente del cual no me quiero explayar más).
Para situar un poco más mi (poco) estado de ánimo de esos días, comentar que fui a Madrid por motivos de trabajo. Que eso no quiere decir que tuviera trabajo que hacer en Madrid. O que hiciera falta en Madrid. De hecho, hacía tanta falta por motivos de trabajo cómo haría falta un juego de estanterías en la casa de Torrebruno.
Así que así fueron esos 3 días. 3 días sentado delante de una mesa, con un portátil (con wifi, gracias, oh dioses), que algún listo le puso winXP con sólo 128mb de ram (como pille al cretino le hago tragar el aparato de proyección con pantalla incluida) y toda una convención, feria o como se llame delante mio. Y así lo viví:
Empezamos bien. Me levanto a las 6 de la madrugada para coger el avión. Considerando mi ágil despertar, que sería menos que nulo, es todo un milagro que haya sido capaz de salir sin ayuda de mi casa y llegar a la calle. Ahí ha llegado la primera. El cajero sólo da billetes de 50€. Así que el primer taxi que he parado, desde mi infinita inocencia (y que al ir dormido no me enteraba de nada, para que engañarnos), cuando me está cargando la maleta le suelto que sólo tengo un billete de cincuenta. La siguiente imagen que recuerdo es la maleta en el suelo y el taxi lejos. Al cabo de un rato de dar vueltas como un hamster (sin precinto, eso si), encuentro otro taxi. Esta vez callo y me siento mientras mi voz de ultratumba típica de las mañanas dice: "Al aeropuerto". Al final resulta que el taxista tenía cambio y era buena persona. Increíble pero cierto.
Llego a la zona de embarque. Bueno, a lo que en estos momentos, y no sé porqué, me recuerda una cárcel. Todos con una palangana de plástico blanco, con sus pertenencias dentro, los policías o guardia civiles o lo que sean con guantes blancos (¿para que no les contagiemos, o para no contagiarlos?), esa atmósfera y ese clima hacen que vuelva a maldecir el día en que acepté ir a Madrid. Que no acepté, que me obligaron. Vuelvo a maldecir.
Al subir al avión y sentarme en mi sitio, me acuerdo de la tarada que me ha reservado el billete (y el asiento). Al fondo de todo. Detrás de todo. Al decir detrás, quiero decir detrás. La azafata se sentaba en su habitáculo... Que está delante mío. Total, que si miro para delante, veo una mampara que oculta los manejos de las auxiliares del aire. Si me giro y miro por la ventana, tengo una preciosa vista de la chapa del reactor izquierdo. Si miro a la derecha, tengo una preciosa vista de la oreja de un sujeto calvo con una corbata que le aprieta demasiado. Espero que no reviente mientras esté a su lado, la sangre cuesta de sacar.
Llego al Palacio de Congresos y descubro que por el bien de la humanidad, y por eso del cambio climático, han decidido quitar la climatización. Chúpate esa, y yo con manga larga sudando cómo un cerdo. Lo llego a saber y no me ducho.
Una cosa que hay que reconocer que el Palacio de Congresos ha hecho bien es la aplicación de la vida sana en este recinto. No hay ninguna persona obesa ni similar. Y todo gracias al café. Bueno, a ese líquido en Barcelona nadie tendría cojones de llamarlo café. Pero ya sabemos que estamos en la capital del reino y de la chulería. Aquí al purgante con colorante le llaman café. Ahí, con un par. Además tiene unos efectos increíbles. Yo he llegado sin haber comido nada. Me he tomado un café sin saber que no era café. Y he ido al wc. Dos veces. Eso es vida sana y de forma rápida. Nada de beberse 2 litros de agua para echar una meadita. Tonterías. Un "café" y a cagar. Literalmente. No hay nada más natural para perder peso.
A los 20 minutos de estar ahí, me doy cuenta que hago menos falta que una escoba en el desierto. Así que decido atacar al portátil y que ahí las pongan. Primer reto de la mañana: acordarme de todos los nombres de usuarios y contraseñas de todos los foros y similares que tengo para poder perder el tiempo dignamente. Con esta opción, pierdo el tiempo de forma indigna durante mucho rato.
Durante todo el santo día, durante los 3 días, hay un stand donde una supuesta radio (digo lo de supuesto porque he llegado a ver emisoras de radio serias muy cutres, así que vete a saber) del congreso: hablan sin cesar sobre los diferentes stands, de las conferencias más o menos serias (la verdad, no eran ni serias ni dejaban de serlo, creo que la palabra que definiría mejor esas conferencias sería: tostoninsoportable), y van haciendo entrevistas a gente teóricamente importante y sabia del ramo. De esas infinitas horas de oír ese murmullo atronador en mi oreja como si fuera la tortura china, me quedo con un fragmento de un coloquio entre diversas personas, una de ellas una delegada de la comunidad de Madrid y un representante de no me acuerdo ahora que multinacional de las gordas. En un momento de la conversación, el entrevistador deja en el aire una duda:¿Que tienen que hacer las empresas para mejorar y ser más emprendedoras? Yo me espero una respuesta acerca de las nuevas tecnologías, tener visión de futuro y fomentar proyectos a largo plazo, etc, pero no. La delegada de la comunidad y el de la multinacional están de acuerdo en ese tema, y lo plasma la mujer rápidamente, sin concesiones. "Las empresas para mejorar y ser más emprendedoras, tienen que encontrar y poner en nómina a gente emprendedora". Y se queda tan pancha la tía. Lo mejor es que me levanto para ver a la energúmena que dice una cosa así y tiene un cargo público y veo que el de la multinacional va moviendo la cabeza afirmativamente. Pues vamos bien.
En el stand de enfrente acaba de llegar una chica de esa empresa, y mirándose un portátil que tienen ahí le pregunta a un compañero suyo que hay ahí: "¿Que contraseña?" El chico se mira un momento el portátil de reojo mientras le dice: "Dale al intro". Acto seguido, veo que la chica, a pesar de lo que ha dicho su compañero, escribe algo, hace cara rara y mientras levanta la cabeza dice: "Falla algo, no entra". El chico se gira y va hacia ella mientras comenta:"Pero si hace 5 minutos que yo he entrado". Ella le dice,"Pues ahora no, mira". Y mientras lo dice, escribe, le da al enter y se lo queda mirando mientras dice: "¿Ves?". El chico se la queda mirando y le comenta: "Pero no te he dicho que le dieras a intro?" "No, me has dicho dale, no dieras. Probaré con dieras". El chico ve como ella escribe y cuando esta apunto de acabar de escribir, le para las manos y empieza a darle a la tecla de borrar. Entonces ella ve la luz y dice:"Ah, era sin espacios?". El sigue callado mientras borra lentamente hasta que al final, deja de borrar, pone el dedo encima de la tecla enter y le dice lentamente: "Dale. Al. Intro." Y mientras lo dice, le da al enter, se la mira un momento, se gira y sigue haciendo lo que hacia anteriormente con una carpeta. La chica que se lo queda mirando, se mira el portátil, levanta la vista y me ve a mi. Se sonroja, agacha la vista y empieza a mover y clickear con el mouse.
Hay cosas (muchas) que no entiendo. Una de ellas son las camisas azules con cuellos blancos. Parece que sea una forma de vestir con copyright de Madrid. Eso si, van evolucionando. Primero fue la camisa azul con el cuello blanco. Luego como complemento se peinaron todos el pelo para atrás, con más o menos gomina. Ahora algunos freaks y iluminados substituyen el azul por cuadros (pero el cuello blanco, que lo fundamental es lo fundamental). Pero los camisas azules siguen ahí. Con su cuello blanco (ancho), su gomina y ese móvil de última generación que nadie sabe porqué llevan. Esto último lo digo porque cuando hablan por el móvil, parece que no sepan cuál es el concepto de teléfono. Suben unos cuantos decibelios su voz hasta el punto que si apagasen el móvil, el interlocutor seguiría oyéndolos. Eso si la voz siempre grave y profunda, mientras su mano libre se apoya con indolencia chulesca en la cintura. A juzgar por las caras, deben de hablar de temas importantísimos. Claro que Snoopy también pone cara seria cuando se pone a jugar a batallitas áereas encima de la caseta.
Pero lo importante es el conjunto. Y ellos lo saben porque se les ha inculcado, con sangre y fuego si hacía falta, desde que era niños de teta. Es el conjunto de camisa azul, cuello blanco, corbata normalmente de colores (curiosamente predomina el salmon, el anaranjado y derivados), pelo para atrás, cantidades indecentes de gomina, móvil cool y pose entre macarra y yupie. Es el conjunto lo que da esa sensación de poder y superioridad que todos los camisas azules con cuello blanco irradian. Bueno ellos creen que irradian todo eso. El creador de Snoopy también cree que es gracioso.
Otra cosa que no entiendo (ya dije que no entiendo muchas cosas), es el tiempo. El tiempo que hace en Madrid, para ser exactos. Por las mañanas hace un sol impresionante, tienes que ir con los ojos casi cerrados y casi no puedes ni acertar el cigarrillo con el mechero para encenderlo. Te achicharras que da gusto, la camisa se empapa de sudor y no justamente de la azafata rubia del stand de telefónica, sino del tuyo. Y a partir de media tarde, salen las lindas nubecitas grises y llueve. Llueve y, hasta por joder, hace viento. Cada día igual. Entiendo que haya un cupo de lluvia por cubrir, ¿pero no podrían agrupar la lluvia en enero y después poner el "/mode lightsun on"?
Hoy en el stand de enfrente ha venido una chica nueva. Ha preguntado por la contraseña para entrar en el portátil. El chico se ha levantado sin decir nada, con media sonrisa en la boca, y ha pulsado la tecla enter. Y la chica le ha comentado: "Hombre, eso me lo podrías haber dicho, que hasta ahí llegamos". El chico ha puesto esa cara de "si tu supieras...".
Estar en la feria me ha hecho reafirmar en que este no es mi mundo. Aquí todo el mundo lleva tarjetas de visita. Y las da casi casi indiscriminadamente. No me extrañaría que aquí para ligar la gente se pase también la tarjetita de marras. Supongo que entonces entendería porqué no me como un colín.
Lo divertido de la historia es ver cuando dos personas se las pasan, y una de ellas descubre horrorizado que ya no le quedan. Antes he visto a una mujer que le ha pasado esto. La pobre se ha puesto roja y avergonzada ha soltado a media voz un: "Discúlpeme". Lo que no entiendo es como no la han apaleado y posteriormente, empalado en la plaza mayor.
No me quiero imaginar que le puede pasar a esta raza de comerciales el día que se les estropee el móvil. Supongo que sería similar al crack del 29 y se tirarán desde la ventana más alta. Lástima que los abogados no les acompañen.
En las ferias y similares existe la tradición de que los stands vayan regalando pequeños obsequios. Los hay de decentes, curiosos, absurdos y cutres. Regalan tarjeteros (como no), bolígrafos con el nombre de la empresa, una especie de bolígrafo de dos colores con un cargador de post-it estrechos y alargados incorporado en él mismo ("es para tomar direcciones de email", me ha dicho la chica al mirarmelo con cara extrañada), abrecartas con rotulador fluorescente incorporado ("para marcar por donde rajar la maldita carta, ¿eh?", le he comentado a la chica que me lo ha regalado), una caña de bambú (no quiero imaginarme para qué), porta-tarjetas (jej...), lápices con una pluma de colores (¿?¿?), taza de café y chucherías varías.
El hablar de las chucherías varías me ha hecho pensar en otra cosa. Aquí regalan chupa-chups. Piruletas. Caramelos. Gominolas. Chicles. Todo de los más variados gustos y colores. Y todos con azúcar.
"Nueve de cada diez dentistas recomiendan tomar chicles sin azúcar." El cabrón del décimo vive en Madrid y tiene la consulta al lado del Palacio de Congresos.
Por fin se acabó la maldita feria. Adiós acreditaciones colgadas de los cuellos, cómo si vulgar ganado fuéramos. Adiós gomina. Adiós camisas azules con cuello blanco. Adiós a las horas de estar sentado sin verle final al oscuro túnel.
Realmente, 3 días encerrado aquí dentro hacen que luego uno bata récords que nunca antes te habrías planteado batir. Los posters, la banderita y los folletos no han tenido tiempo ni de despedirse. Los he doblado y metido en las cajas a una velocidad de manos que ya me gustaría tener en la intimidad, cuando mi amor propio flojea. La mesa y las sillas han volado del stand al carrito que ya le gustaría a Iberia despegar así. Casi antes de que mi jefe haya acabado la frase "¿Empezamos a desmontar?", yo ya estaba abajo, entrando en el taxi. Glorioso. Sublime. Éxtasis total.
Ahora estoy tumbado en la cama, ya estoy duchado, afeitado, y no me pienso poner ni zapatos, ni nada que recuerde un traje, una corbata o algo similar. He quedado esta noche con unos amigos que aún no lo somos en persona. Curiosidades del mundo friki de los juegos de rol online masivo. Lo de masivo no trae a cuento, ¿pero a que queda bien?
Lo que me da miedo es que he quedado con una gente de la que no sé el nombre. Se ocultan bajo apodos. Que eso a todas luces es sospechoso. Si eres una persona legal, no tienes que ocultarte bajo ningún apodo. Pero si te haces llamar "er chori", y no justamente porque te guste envolverte en piel de intestino y colgarte en una pared, eres sospechoso. No sé a cuantos conoceré hoy. En principio, el martes, iban a ser dos. Después tres. A saber cuantos seremos al final. Lo que si que tengo claro es que voy a llevarme el cuchillo jamonero, por motivos preventivos, que luego siempre buscas uno y no lo encuentras cuando más lo necesitas. Cómo los taxis o los proxenetas, vaya.
Lo que no sé es si podré escribir algo cuando vuelva. A saber el estado en que llegaré. Me conformo en llegar de una pieza y sin manchas de sangre. Aunque si la sangre no es mía, también me conformo.
Bueno, aquí estoy. Acabo de llegar a Barcelona. Desde ayer por la tarde la cosa cada vez ha ido mejor. Me fui de fiesta con esa gente rara que se hace llamar por motes, cenamos, nos tomamos unas cervecitas, hablamos un ratito, reímos algo más, nos hicimos las 4 fotos chorras de rigor (tendré que hacer un estudio de porqué cuando se juntan unas cuantas personas, llega un momento que tienes que hacer fotos tontas, como si quisiéramos inmortalizar nuestro fallo neuronal), y para el hotel, que la juventud de hoy en día no me aguanta, si esta juventud nos tiene que pagar la pensión, vamos bien. Aún así, guardaré un bonito recuerdo de "Pepero de las Chollas", de "Esas Bragas Son Para Galiardo", de "Me Quemo y No Me Cuido la Herida" y de "La Enfermera Ambulanciera".
Por la mañana, me he levantado, he desayunado wiz da calm, me he ido para el aeropuerto, el vuelo se ha atrasado y eso ha hecho que llegase justo a tiempo para ir... a mi casa. Hoy no he currado. ¿Hay una forma mejor de empezar el fin de semana?
Creo que ya es hora de cerrar este post...
PS: "Mamá, mamá, hacen una película del antiguo Egipto". "No hijo, no. Es cine de barrio".
PPS: Cremar-se a l'estil bonzo pot ésser un bon truc de màgia, però no té futur.